Fracking, la técnica de explotación que se usará en Vaca Muerta
La práctica despierta posiciones antagónicas: de un lado de la mesa está el sector industrial y gubernamental que personifica en el fracking al Mesías que hará frente a la crisis energética nacional; del otro, ambientalistas y asociaciones sociales que lo identifican como una práctica perjudicial para el medio ambiente y la población.
¿Qué es el fracking?
Es un método de extracción de hidrocarburos que, además de las perforaciones, requiere provocar fracturas en las formaciones rocosas para la obtención de los recursos. En los terrenos en los que la técnica se aplica, el petróleo y el gas natural están acumulados en poros que no están interconectados entre sí, por lo que las petroleras producen fisuras hidráulicas en las capas subterráneas para facilitar su salida hacia el exterior.
¿Cómo lo hacen? Inyectan miles de metros cúbicos de agua, arena y un coctel de productos químicos a las profundidades de la tierra en forma vertical y horizontal. Ese golpe de presión genera canales que posibilitan que los recursos se hagan espacio entre las rocas y migren hacia la superficie.
«El fracking intensifica la dependencia a los combustibles fósiles, acentúa el cambio climático y ralentiza la inversión en energías renovables, que son la solución verdadera», sostiene Mauro Fernández, coordinador de la campaña de energía de Greenpeace, en diálogo con Clarín.
Con una posición que se ubica en el campo contrario, desde YPF resaltan que la técnica es la única viable para obtener los hidrocarburos del yacimiento neuquino, que traerá la supuesta independencia energética al país. «¿A qué costo?», preguntaron y recogieron el guante los ambientalistas. «El fracking tiene varios ejes de impacto local: los más graves son la contaminación del agua y su uso intensivo», dice Fernández.
De acuerdo con el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), se necesitan entre cinco mil y 30 mil metros cúbicos de agua por pozo durante el período de su explotación. En Vaca Muerta ya hay 100 perforaciones y el objetivo es llegar a 1.562 en 33 años. «En Neuquén, en cinco años de explotación, se calcula que la sustracción de agua del río Colorado será del 0,8%; en el río Limay, del 0,1%, y en el río Neuquén, del 0,7%», especificaron fuentes de la IAPG. Los cálculos se hicieron sobre el caudal mínimo de los ríos y sobre un promedio de 20 mil metros cúbicos por pozo.
«En EE.UU. (país que más explota la técnica) hubo filtraciones en los acuíferos que son atravesados por las perforaciones. YPF destaca que lo que diferencia a Argentina de EE.UU es la profundidad del yacimiento. En Vaca Muerta están a 2.900 metros. Pero es independiente el lugar donde se sitúe, la filtración puede darse en cualquier sección de la tubería», advierte Fernández. En respuesta, desde la IAPG afirman que «las raras excepciones en las que el agua subterránea se vio afectada fueron debido a instalaciones defectuosas en el encamisado protector (procedimiento en el que se sella el caño con acero y cemento), no a las fisuras provocadas por la estimulación hidráulica».
«Se opta por este tipo de explotación porque no hay una visión clara por parte del Gobierno nacional de avanzar en energías renovables. Se hicieron algunos lavados de cara, inaugurando uno o dos parques eólicos, pero no son suficientes», acusó Fernández.
A favor y en contra, cada bando tienen argumentos para decir: que los componentes utilizados en el fracking son tóxicos o que afectan en un grado aún menor que los químicos de cualquier cocina; que genera sismos o que produce ondas que no son perceptibles para el humano, o que es una técnica sin ningún beneficio o la oportunidad para que el país crezca económicamente.
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